El conocimeinto de la ciudad, el territorio y el paisaje a través de lo audiovisual comporta asumir la complejidad de la imagen-movimiento y su carácter espacio-temporal, en cuanto a su capacidad de desvelar culturas y modos de vida más ricos y complejos que los meramente derivados de su imagen icónica convencional. El cine, por su propio lenguaje de fragmentos ensamblados, permite una mirada amplia y creativa que propicia la fusión de lo contextual y lo abstracto, permitiendo así la aparición de realidades múltiples, que responden más profundamente a la cultura singular y concreta de cada lugar. Implementar este hecho en experiencias audiovisuales docentes sobre una ciudad determinada, ha constatado la aparición de una conciencia distinta, más precisa, sobre el entorno, siendo capaz de configurar un nuevo imaginario que la cultura convencional o estrictamente globalizada no podía sacar a la luz. Para ello se hace necesaria la mirada fenomenológica y poética del deseo insertada en la narración espacio-temporal, que propicie una poética de desmarque sobre la cultura icónica convencional.
